por Eduardo Florindo Bianchi Mayo 2002
Animate a abrir la puerta del ropero a tus recuerdos. Dejá afuera al personaje en que te convirtió la vida.
Buscá en un cajón las viejas fotos y asómbrate con el niño que te mira inocente, vestido con guardapolvo, pantalones cortos, pelo engominado y la escarapela sobre el corazón. De la caja de cartón forrada rescata una ventosa y olé la untura blanca de los inviernos impiadosos. Mira a tu vieja cuidándote, arropándote en las noches heladas.
¿Y si te hacés una pelota con esa media zurcida y nos jugamos un picado en la vereda?
¡Mira! Por ahí está el saco de tu viejo…seguro que todavía está en un bolsillo el boleto capicúa aquel que terminaba en 70, número que jugaron, ganaron y te compraron la cama turca.
Salí al jardín…come uva moscatel con el ratoncito de la rueda rueda, aguantate la risa cuando juegues a las estatuas. Convéncelo “al cana” de la esquina para que vuelva a hacer el toque de ronda de los recorridos nocturnos.
Volvé a la vieja esquina donde paraba el tranvía y te juntabas con la barra a cantar tangos en las noches de verano. Correte al baldío…remontá el barrilete con telegramas de amor y date unas vueltas en la calesita montado en el caballito zaino. Viví…Si, viví de nuevo tus tiempos de purrete, disfrutá otra vez tus viejas alegrías y pateá al tacho de la basura las penas y los problemas.
Volá… volá…volá.
EL BARRILETE también de Eduardo Florindo Bianchi
Corriendo llegué esa tarde regresando de la escuela.
Después de tomar la leche me fui tranquilito al fondo
Donde vivía mi abuela…
Me asomé a la cocina,
Buscaba mis ojos brillantes adonde estaba el estante
con las dulces golosinas.
Mi abuela me vio y me dijo…
”Negro...fijate lo que hay allá…”
Y apretándome el cachete, me señaló un barrilete…
Flamante…sin estrenar.
¡Me volví loco de alegría!…
¡Al fin me lo hizo el tío!
…Salí corriendo al baldío
con un ovillo de hilo…
Y una Gillette con dos filos para ponerle en la cola,
también papeles redondos, recortados por mi hermana,
con frases de amor al cielo… para contar sus desvelos
en forma de telegrama
Con la madeja en mis manos, esperé…
un viento que fuera fuerte,
y cuando vino,… por suerte, se levantó hasta las nubes…
¡Sube, barrilete, sube…! y se levantó muy alto
Porque pachuzo no era
Y en aquella primavera, el hilo se me hizo poco
…Como zumbaba el reloco, tiraba y tiraba un toco.
Estaba muriendo el día cuando lo tuve que bajar
No lo quería ni mirar…tan triste que estaba yo,
Por eso, en esa noche gloriosa, un rayo de luz de luna
Entrando por la ventana como luz de reflector…
Me mostró a mi barrilete…mi “barriletito”…
Durmiendo a mi lado…chito…
…¡Haciendo guardia de honor!
Buenos Aires, circa 2002
Este poema forma parte de un trabajo llamado “TIEMPOS DE PURRETE”, que incluye “El tranvía” “La calesita” y otros, que /p>